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LA GRAN FORMA

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Arquitecturas

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  La perfección japonesa es el loto en el agua, la perfección china es el agua que rodea al loto. La perfección occidental es la noche, la perfección americana es el astro. África es un monstruo indescifrable y de su resonancia llega la imagen caótica del futuro, Edad Caótica. Hablemos de los selenitas como raza última del comunismo, quizá el comunismo lunar derivó en criaturas que semejaban gallinas parlantes. Los escarabajos anunciaban el estilo almorávide, hay líneas de agua voluptuosa ocultas en las ondulaciones que dejan sobre el espacio. La arquitectura del futuro será coleóptera y sacra. Entonces el humanismo deberá ponerse a tono y construir vastos libros de estiércol. Literatura del estiércol: ya algunos la anuncian. Esos formidables hombres habitan en París, Londres, New York y Berlín. Es decir, son la pura selenidad, gallinas homínidas que nos estremecerán de espanto con una literatura que apenas es el tránsito a la Edad Teocrática. Claro, esto puede ser de muy distinta forma. Pensemos en el querido materialismo histórico, cuando tragado por la manualística se vuelve determinismo: el curso de la literatura dependerá de los eventos históricos que sucedan. Esto se ha transformado en mi última esperanza. Solo debiera esperar cambios sustanciales en la Historia para salir de esta náusea evolutiva. El Italiano afirmaba buscar en su mano las costuras que le hacían limitar con el espacio, y el Ruso decía que no hay muerte, sino luz y realidad, que a la misma mesa se sientan todos los siglos; activando una fragua colosal, mi amigo José Lezama Lima descubrió un sentido óseo a las palabras creando organismos que nombró las eras imaginarias, por tanto habitamos una era imaginaria, post-industrial. Fatiga, ardua fatiga de pensar. ¿No deberíamos pensar con ideogramas futuristas como los sistemas geométricos de Pascual Ipiranga? Tal vez eso encarna un nuevo tipo de escritura a dónde huir. La poesía -ánima de la literatura, ánima del hombre, golpe solar de proboscídeos o delicadeza de cisne modernista- tiene el valor de una liberación satánica. Por ejemplo, la sorprendente leyenda que cierra el primer ciclo de la Revolución Comunista: jura Piort Sergevich Zchdánov que antes del asesinato de su tío, una noche clara como espejo de arquivolta, vio la ascensión de Lenin y cien mil muertos en la guerra civil, en medio de la Plaza Roja, agarrados a sus lentos faldones, a una capa larga que barría la nieve mientras Lenin subía intocado a las estrellas y los muertos eran una estela de uniformes desgastados, un millón de ojos hundidos, un millón de fusiles y de insignias rojas. Un agente del Smolny le dijo al oído, despertándolo: el Camarada ha muerto.

  Supongo que emigraron a la Luna, y algún día volverán a liberarnos.

  La arquitectura coleóptera me ha interesado vivamente durante los últimos tiempos. Esta es una arquitectura marginal que aparece en África, Sudamérica y los pueblos norteamericanos como Flint. Es la resultante de la arquitectura comunal de los primeros pueblos del Medio Oriente, como si la sobriedad del primer cristianismo fuera evocada en una vivienda donde el polvo cobraba una trascendencia divina. Las mansiones del polvo. Las mansiones de la piedra y el polvo, donde aún respiraba el espíritu de los cenobitas y de los penitentes como San Simeón el Estilita que relacionaron en estado de trance la lengua definitiva de la piedra y su cercanía con Dios. La arquitectura coleóptera es la de Canudos, donde pudo inaugurarse una Edad Teocrática a fines del siglo XIX. Se adelantaron. Alguien debería escribir la historia de estas cosas. No yo. Ni siquiera estaré vivo para el final del Juego. Solo puedo añadir que la arquitectura coleóptera aún no llega a su expresión final: aún no es sacra. Solo es simbólica.

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