GEORGE WIDEKIND
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Ahora les contaré sobre la muerte de Widekind: su muerte no tuvo nada de espectacular; fue tan callada que sus propios familiares lo olvidaron con el sudario del ya descansa en paz sin llegar a suponer ni de lejos que George padeció la extinción más terrible que pueda sufrir un ser vivo.
Entre los anestesistas circula el temor a la aplicación incorrecta de una anestesia que no llegue a desconectar eficientemente los nervios y sólo paralice los músculos. Los pacientes en ese caso sienten el salvaje dolor de las heridas y las suturas…sienten la extracción de sus órganos y las conversaciones entre los médicos. Todos mueren por el ataque cardiaco que desencadena la intensidad del dolor: George murió de esa forma y no lo merecía.
No pudo hacer nada al respecto, solo aguardar a que terminase.
Imaginó entonces que manejaba de regreso a su apartamento; las luces de su auto se diluían en infinitas líneas de color que palpaban la arquitectura de cefalópodos invisibles. ¿Podía ver realmente algo? Y las líneas comenzaron a dibujar hombres desnudos en salvajes carreras a través de los árboles, el sudor de la cacería y los animales retorciéndose con gusanos de luz fluyendo por sus cuerpos: bajorrelieves anoréxicos en su apartamento vacío. Era la más desesperada de las soledades. Y seguía fumando los mismos cigarrillos, esperaba la extinción de su raza por algún meteorito y soñaba con habitaciones forradas de terciopelo como si fuesen una matriz. Lanzándose al vacío. Westburg había aprendido cómo rechazarlo de una manera inevitable, nada que hacer al respecto salvo fumar tristes madrugadas junto al blues. Caballos muertos bajo el asfalto y su plata saltando libre a través de sus ojos.
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Fractal Man. Julius Maynard
Un filme producido por la Bahamut Limited Corporation
From the series: Boredom Exercises
De las cartas de Mateo Mordeccai (a.k.a. Rafael Ramirez) & Celyen Massoure
Un filme perdido de F. Akuva
The brain scan of a nation
From the series: Boredom Exercises
Uno de los trabajos más crípticos de George Widekind.
Un poema de J. L. Serrano.
Trompeta: Enmanuel Lahenz (a.k.a. George Widekind)