Poemas Jazz
CANTO UNO
Ahora las marismas yerran su disparo azul contra mi espalda,
las ruinas carecen del encanto de lo destructivo.
Mientras, sediento, el cazador va siendo la sombra de sus presas
y su cabeza vigila desde la pared montada en los trofeos,
en las herrumbres de una alcoba parecida a los bosques.
Sentado en la ronda de los muertos comparto el licor de los durmientes.
No hay bien mayor que acompañarse de sí mismo. No hay bien mayor que no ser nadie,
pues nadie es el testigo,
nadie es el engaño.
Me creo ser cuando aún no he sucedido.
S
El valle
sus ovejas ausentes
Dios enferma
tose un chubasco fino
Comienzas a remendar los límites.
Repaso tus cúpulas
agreden la pradera
mis olores íntimos.
Eres un cuarzo girando. Precisa.
La casa,
Un niño atrapado en círculos
muerde su manzana
y comienza a transcurrir
el temor cotidiano
de invadirte
Gira un cielo, virgen casi
aún afeitado por los vientos
La calle,
una vagina de asfalto
un animal intermitente
regatea mis ahorros
Sólo es segura su opción interminable.
La ventana
mira al valle,
allá donde los rabinos subastan
el péndulo de las calles
las llaves de cada mansión.
Habito en mi hendija de cielo
contando
las agujas.
La casa
múltiple en mosaicos
árabe y sin reposos
huele las sombras:
la inundo.
Los rabinos elevan sus voces
-pronto enmudecerán-
El valle
retorna húmedo
algo irreverente se deja colgar
por sus establos,
pisotea los cadáveres
las lanas impensables.
Bajo las nubes corre
un océano de hierbas
-nunca antes llovía-
el sol recomienza, diferente
CANTO DOS
A veces, solo a veces, amanece lloviendo:
un caballo invisible galopa.
LEONOR DE AQUITANIA
El espejo te arranca todo lo que has aprendido a ser
con las disciplinas y los métodos. Todo es demasiada ausencia.
Las paredes están bárbaras de espuma y son el rostro
alargado del miedo: miedo a no ser.
El universo era dormir una mañana como quien reposa con los brazos cruzados sobre la tierra, dormir la tierra cruzada bajo los brazos, dormir los brazos y la tierra
-en la umbría estación un corzo muere,
la multitud que es todos y a la vez el intento de juntarse, lo devora.-
No vales, por desnuda, y ahora habitas esa inconformidad de los reflejos,
te vas mirando, tan original en la manía de ser réplica y amar,
amar como un cristal se rompe presintiendo la forma de sus pedazos,
amar como los perros, como aman las crisálidas a los muertos bajo los cielos primitivos de augures y las cárceles del mar y la siembra,
amando al territorio que es hambre y piélago de formas y de pasos,
Cayado de anciano, banda al hombro, tamborcillo en un redoble bajo esos colores entrándote perfectos.
Bebes del mundo, entra por tus ojos un planeta cada vez más distinto,
Se unen irremediables dos hemisferios
que al final llamas realidad.
CANTO TRES
Las mujeres son tigres y monederos
Un día mordimos el asfalto, parejamente.
Las mujeres emigran, se hacen un naufragio, arquean los pechos y la nuca, así dejan más tarde que el agua les moje las espaldas.
Entre las mujeres y el agua habita la certidumbre de los pájaros, la modernista esbeltez del cisne, la sirena kitsch
O una sensación parecida a un barrio de Manila.
Las mujeres sufren en la ciudad de Apollinaire
En el son, en la Bahía
Me voy a ver esas, las hechas con vidrio y con dolor
–yo no aspiro, amables camaradas infinitas, a la gloria-
Yo muerdo y odio y he visto la fugacidad del amor en las actrices porno:
Un fotograma: amábanse.
Otro fotograma: eran profesionales de su oficio.
Ahora pueden leer y mirar las sombras que están detenidas en el techo,
ustedes por un breve instante las han comprendido
y han temblado
ante la posibilidad de adentrarse en su carne negra, igual, magnífica.
JR
Es raro el motivo de las vírgenes
dijo un escultor de Samotracia,
arrancóse las órbitas, redújolas a la longitud del minutero
y talló un bajel sobre la piedra, ante la noche henchida
de difuntos.
Baja el viento por Luvina
y es como un cerro adormecido:
un día fue herrero, otro día, traidor,
una lengua interminable nos auxilia.
Virgen,
el río sigue su rumor bajo los árboles,
un río donde jamás
he de refrescar los miembros.
Es raro verlas salir en la húmeda ciudad,
San José las ahuyenta, pues unen ambas su cuerpo
y reconoce el carpintero en el rostro de una,
la inseguridad cristiana de la otra
-las ama por igual, las desvanece-
Baja un aire como de dioses muertos de Luvina.
Nada nos perdura. Solo el río.
En el umbral –las ropas guardadas- digo en voz baja no sea
que los niños se despierten: Vámonos, no hay Dios.
JAZZ 1
He traducido la densa materia del perdón
al Sur de un rezo
el jazz, siempre el jazz
-Brooklin de Rómulos-
San Francisco tiende sus aguas
sobre el enero infiel de los puentes.
Tarzán ha empacado cierto carnaval
de bestias –sabana
enrejada bajo toneladas de magnolias-
Sólo un lamento de aerolitos
surca la espontánea suciedad del cielo.
puu...puu...purulento estío
menos azul que un tulipán
más negro que delfines de alquitrán:
la mancha nos habita.
Ahora todos somos negros
Negros como alfileres y estalactitas
como nenúfares paranoicos
como el cabaret repleto
de agonizantes koalas
como un taxidermista de recuerdos
-o fotógrafo de graffitis nebulares-
Ahora somos la noche, mientras Humphrey Bogart dispara
ahuyentando los faroles
-artesonados del silencio-
El piano retiene, tras un dique
la profundidad de mundos en la espera.
Anne-Marie enciende un celuloide
y fuma, entrecerrando la frente. Sonríe
Casablanca doble y sucedida por puentes:
deja el temblor de estos bajeles.
Sam continúa la forja migratoria
un ánade disperso
cae
sin aleteos
desgajando catedrales en su intento
-casi inadvertido-
de ser un ave hermenéutica
y traducir su vuelo en el líquido de los Océanos.
Muda rebelión en la bandada.
Nadie gira el cuello.
Ahora todos somos blancos
y súbitamente aprendimos las artes del vuelo.
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S
La vasta noche nos llama
la casa es un dios que sueña una tarde
en otra casa y otra soledad y otra primavera.
Si yo tuviera una palabra, solo una,
tan limpia como un ojo deslumbrante,
esa palabra llevaría en todas sus letras
la forma y el silencio de tu rostro.
Cuando callas el agua baja por mi frente,
siento el olor de los caminos
y de las frondas.
Cuando callas el árbol es más fuerte,
la mañana menos silenciosa,
y el fuego nos persigue
abrazando la tierra.
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