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William Faulkner
Mi padre conoció a William Faulkner.
Tocaba una balalaika en el metro de Chicago.
Un día se enteró que había un escritor con su mismo nombre y permaneció preocupado por varios días. Luego le preguntó a mi padre: ¿ese Faulkner toca la balalaika?
Mi padre le dijo que no.
Entonces sonrió aliviado y se perdió entre la gente.
Nunca lo volvió a ver.
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